Los últimos días de diciembre son un momento ideal para reflexionar acerca de cómo ha sido nuestro último año, hacer balance de las cosas buenas y malas que han ocurrido a nuestro alrededor, y plantearnos cómo queremos que sean los siguientes 12 meses. Por ello, la Nochevieja y el Año Nuevo suelen tener como protagonistas, aparte de las uvas y los conciertos musicales, los famosos —y temidos— propósitos. Pero los mismos darán menos miedo con estos simples trucos que nos ayudarán a encarar nuestros retos e ilusiones con energías renovadas. ¡Buena suerte y adelante con ellos!
Escribirlos en un papel: Pensar nuestros propósitos está muy bien, pero una manera de hacerlos más tangibles y específicos se logra dando el salto de nuestra mente al papel. Enfrentarnos a la hoja en blanco y plasmar ideas ambiguas con palabras tiene un poderoso impacto en nosotros. En este sentido, el esfuerzo y cuidado que requiere escribir a mano hace que sea más útil también que, por ejemplo, teclearlos en nuestro teléfono móvil. Además, contar con nuestra lista de propósitos, objetivos u ejercicios en formato físico nos va a permitir consultarla cuando queramos, u obligarnos a verla cada vez que pasemos frente a esa pared o espejo en el que hayamos pegado una copia, reforzando la idea de que lo que hay allí escrito es importante para nosotros ya que dedicamos un tiempo a redactarlo con esfuerzo e ilusión.
Compartirlos con otras personas: En líneas similares a lo que ocurre fijando nuestros propósitos en un papel, ponerlos en común con otras personas puede afectar positivamente, reforzando nuestro vínculo de compromiso con los mismos. Que el resto sepan que queremos conseguir algo supondrá un estímulo a la hora de esforzarnos por conseguirlo y que el resto estén orgullosos de nosotros. Además, las personas adecuadas van a querer vernos triunfar en nuestros sueños y objetivos y van a poder acompañarnos en nuestro proceso, felicitándonos por nuestros pequeños logros o vigilando que no recaigamos en antiguas tentaciones. ¿Quién sabe? ¡Puede que incluso encontremos a un compañero o compañera de propósitos con el que ir cada mañana al gimnasio o dejar de fumar y esa unión nos vuelva imparables!
Evita a las personas tóxicas: Y si el impacto e influencia de nuestro entorno puede hacernos tanto bien, del mismo modo puede dificultarnos la aventura de los propósitos para el nuevo año. Es por ello que debemos ser honestos con nosotros mismos y saber con quién es buena idea compartir nuestras metas y con quién no. Rodearnos de personas negativas, perezosas o envidiosas no nos va a empujar a ser mejores, sino que nos va a lastrar y entorpecer el proceso de manera notable, impidiéndonos avanzar del modo deseado y haciendo que acumulemos sentimientos negativos. La asertividad necesaria para decir “no” a todo aquello que nos daña o nos impide cuidarnos y cumplir nuestras metas puede ser un propósito en sí mismo. El empresario y orador Jim Rohn dijo que somos la media de las cinco personas con las que más nos relacionamos… ¡Elijámoslas bien!
Fijar metas realistas: Pasando a los propósitos en sí mismos, va a ser clave que sean realistas y factibles en un plazo de 12 meses. Fijar metas que, en general o en nuestro caso concreto, no respeten eso y resulten demasiado ambiciosas, nos empujará inevitablemente a la frustración al ver que pasan los meses y no obtenemos lo esperado. Por ejemplo, si queremos mejorar nuestra condición física tras una época más sedentaria, no aspiremos a convertirnos en el nuevo Dwayne “The Rock” Johnson; en cambio, nuestra autoestima mejorará si logramos ir al gimnasio dos o tres veces por semana o realizamos rutinas de elasticidad o musculación en casa, notando mejoras sin compararnos con personas cuya situación no es la nuestra. O si, por otra parte, nos sentimos solos y tenemos la ilusión de cambiar eso, no será sano apresurarnos a querer cerrar el año con un compromiso de matrimonio; pero tratar de ser más sociables, apuntarnos a talleres donde conocer gente o abrirnos un perfil en apps para encontrar pareja y romper poco a poco con la timidez nos acercará a lo que tenga que llegar en el futuro.
Ser precisos en lo que buscamos: Como el realismo, la precisión en nuestros propósitos es fundamental. Las ideas ambiguas son difíciles de materializar en acciones concretas. Además, debemos tener en cuenta que si se llama “lista de propósitos” y no “lista de deseos” es por algo: no se trata de pedir que algo ocurra sino de pensar en las acciones constantes que podemos llevar a cabo mediante nuestro esfuerzo para obtener una recompensa valiosa para nosotros. Y si bien existen propósitos típicos que se repiten año tras año, los nuestros no tienen por qué coincidir al cien por ciento con los de los demás. Lo importante es que a nosotros nos reporten un beneficio constante, y no sólo al final del año. Para ello, ayuda y mucho el poder dividir nuestro gran propósito en pequeñas acciones que vayan reforzando nuestro compromiso e ilusión hasta convertir esas acciones en un hábito.
Céntrate en aquello que puedes controlar: El optimismo exacerbado de estas fechas nos puede hacer pensar que podemos con todo… Pero no somos todopoderosos, y eso no es malo. También en estas fechas es bueno recordar que somos personas con nuestras limitaciones y que son éstas las que hacen que cada logro sea valioso. Ofuscarnos pensando en aquello que no está a nuestro alcance o que no depende de nosotros nos evoca a una espiral de negatividad. Aspectos de nuestro entorno, catástrofes o reacciones de terceras personas no dependen de nosotros y por tanto no deben considerarse fracasos en la consecución de nuestros objetivos. Centrándonos en aquello que sí podemos controlar, como nuestras propias acciones, contaremos con la energía mental para afrontar nuestros retos.
Diario de éxitos: Del mismo modo que hemos hablado de apuntar aquello que deseamos lograr, también debemos ir anotando aquello que ya hemos logrado. El camino andado es tan importante como el camino por andar, y ver plasmada sobre el papel nuestra constancia materializada en pequeñas victorias tendrá un efecto muy beneficioso en nuestra mente, haciendo que queramos seguir superándonos y sintiendo que el esfuerzo está valiendo la pena. Regalarnos recompensas ante cada victoria no es sólo un capricho, sino un momento de reflexión y apreciación que todos nos merecemos.
Mente descansada y organizada: Por supuesto, para lograr todo lo expuesto en estas líneas, es fundamental encontrarnos en un buen estado tanto física como mentalmente. Una mente cansada, un cuerpo al que le faltan horas de sueño o un alma atribulada van a sentir mayores dificultades a la hora de avanzar en nuestros propósitos. Es fundamental descansar lo suficiente cada día y cuidar nuestra salud mental, de modo que nuestros propósitos no sacrifiquen nuestro bienestar. Organizando nuestro horario podremos establecer una serie de prioridades para superar el día a día satisfactoriamente. Por ello, deberemos tratarnos con mimo y ser nuestra mayor prioridad, viéndonos a nosotros mismos como nuestro proyecto más importante.
No desfallecer ni dramatizar: Pese a que ya hemos visto que el final e inicio de año son momentos ideales para reflexionar acerca de nuestros propósitos, es importante saber relativizar la importancia de estas fechas en su justa medida. Si el 1 de enero no logramos hacer la rutina de deporte o la dieta que deseábamos o gastamos un poco de dinero que habríamos podido ahorrar, eso no significa que el año esté perdido. El camino va a ser largo y no se acabará el mundo porque algunas veces no demos todo de nosotros; lo importante es sentir que la dirección general de nuestras acciones va encaminada al destino deseado. Siempre habrá días más fáciles y otros más difíciles, ¡eso es la vida!
Disfrutar del proceso: Pero por supuesto, lo que va a aumentar enormemente nuestras posibilidades de triunfar a la hora de ir cumpliendo nuestros propósitos, va a ser el hecho de disfrutar de cada paso y sentir que estamos haciendo algo que es bueno para nosotros. Si nos ponemos un objetivo porque es típico para estas fechas, pero que no nos interpela de manera directa, que no nos importa realmente o que no nos hace bien, cumplirlo nos va a parecer una tarea tediosa. Encontrar algo que nos motive e ilusione, y en cuyas acciones podamos encontrar disfrute para alegrar nuestro día a día, hará de nuestra lista de propósitos algo maravilloso.