Salud y Bienestar

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¿Bebes el agua que necesitas (y siempre que debes)?

Sobre el agua que hay que beber hay todo tipo de mitos y opiniones. Sin embargo, sabemos que es un elemento insustituible en nuestra dieta. No hay que perder la perspectiva: si tenemos sed, siempre es la opción más saludable. Más claro, el agua.

Sin agua, nada funciona

Lo primero que hay que tener en cuenta es que el agua es imprescindible para nuestra salud. Lo segundo, que beber más agua de la que realmente necesitamos no nos aporta ningún beneficio. Y en casos muy extremos, todo lo contrario.

Entre otras virtudes, el agua contiene los nutrientes y minerales que necesitamos, regula nuestra temperatura y es imprescindible en los procesos químicos que rigen el funcionamiento de nuestro cuerpo. Esto ya es más que suficiente para que le demos importancia, pero sin necesidad de obsesionarnos.

¿Solo el agua te hidrata?

La fruta, la verdura y otros productos ricos en agua, junto a la metabolización de la mayoría de alimentos que consumimos, contribuyen a hidratarnos: desde el café del desayuno a las salsas y sopas de la cena.

¿Cuánta hay que beber al día?

Seguramente, esta es una de las búsquedas más recurrentes en la red. Encontrarás respuestas de todo tipo, incluida la recomendación de los dos litros (a veces como imperativo) y la de los 8 vasos diarios («regla del 8 x 8»).

Conviene saber que estas cantidades concretas no tienen base científica. De acuerdo con la OMS, el consumo suficiente es de 1,5 a 2 litros de agua al día. Sin embargo, hay que aclarar que:

  • Esta cantidad incluye toda el agua que ingerimos en total, a través de la dieta, no solo cuando la consumimos de forma aislada.
  • No hay una cantidad fija que pueda indicarse para todo el mundo. Esta ingesta depende de la edad, el peso, la actividad física o el clima del lugar en el que residas.

La mejor alerta es la sed

En condiciones normales, no necesitamos más líquido del que nos pide el cuerpo. El cerebro detecta que el organismo se deshidrata y activa la señal: «tengo sed».

Este mecanismo funciona de forma muy precisa y eficaz. Es decir, que cuando tenemos la sensación de que necesitamos ingerir líquidos, eso no significa que ya estemos completamente deshidratados.

Para la mayoría de personas sanas, las reglas son muy simples:

  • Bebe cuando tengas sed.
  • Si estás haciendo ejercicio o te expones a temperaturas altas, bebe un poco más para compensar.

Las personas mayores de 70 años tienen que prestar más atención a la ingesta de líquidos, ya que el mecanismo que regula la sed puede perder eficiencia con la edad.

También les puede ocurrir a los niños: en ocasiones ignoran los avisos de deshidratación, y por eso conviene estar pendientes de ellos en condiciones especiales.

Por supuesto, también depende del estado de salud. Hay casos en los que el médico nos indicará que aumentemos la cantidad de agua que bebemos. Sigamos los consejos de los profesionales.

¿Se puede beber demasiada agua?

La verdad es que sí. Un consumo excesivo de agua en un corto periodo de tiempo puede ser peligroso. Cuando bebes más cantidad de la que tus riñones pueden procesar, la cantidad de electrolitos en sangre (sodio, potasio y magnesio) tenderá a diluirse y las consecuencias pueden ser graves. Por supuesto, quienes siguen la regla de los ocho vasos diarios no entran en este caso. Hablamos de, por ejemplo, beber entre cinco y siete litros en varias horas.

Evita la deshidratación (sin exagerar)

Si tienes buena salud y usas el sentido común, no sufrirás una deshidratación grave. Tanto si trabajas en una oficina como si corres una maratón, tu cuerpo te indicará cuándo tienes que beber. Si, además, optas por un vaso de agua cada vez que tienes sed (en lugar de elegir una bebida energética, por ejemplo), estás cuidando tu salud de la forma más directa y sencilla.

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