Ocio y Cultura

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Viajando sin salir de casa: 9 clásicos de la literatura de viajes

Hay libros que abren nuevos caminos y nos enseñan que cada época ofrece posibilidades únicas para vivir aventuras. En esta lista hay vivencias reveladoras, observaciones agudas y viajes interiores. No hace falta seguir (de forma literal) los pasos de estos viajeros para disfrutar de experiencias que nos ayudan a ver el mundo con otros ojos: el mejor viaje puede empezar con una buena lectura.

VIAJES CON CHARLEY - John Steinbeck (1962)

A los 58 años, John Steinbeck sintió que había perdido el contacto con la realidad de su país. En busca de inspiración, se compró una autocaravana, a la que bautizó como Rocinante, y quiso descubrir (de nuevo) los Estados Unidos en compañía de Charley, su caniche.

Steinbeck partió de Nueva York y atravesó más de 30 estados. Fue testigo de conflictos raciales en Nueva Orleans y conversó con todo tipo de perfiles representativos del tejido social (granjeros, camareros, vendedores, funcionarios).

Este es un libro que demuestra que, a veces, la aventura empieza a la vuelta de la esquina. Sobre todo, si se tiene capacidad de observación y agilidad narrativa. Poco después de publicar Viajes con Charlie, Steinbeck recibió el Nobel de Literatura.

EL PEOR VIAJE DEL MUNDO - Apsley Cherry-Garrard (1922)

Todo el mundo ha oído hablar de la trágica expedición del capitán Scott (y del éxito de Amundsen). Lo que no es tan sabido es la historia de los británicos que sobrevivieron a aquel viaje a la Antártida.

Sufrieron el frío y oscuro invierno polar de 1911, pero no formaron parte del reducido grupo que murió junto a Scott después de alcanzar el polo sur geográfico. Apsley Cherry-Garrard tenía entonces 23 años. Y no se limitó a esperar sentado a que regresaran sus compañeros: emprendió su propia aventura y estuvo a punto de no poder contarlo.

«Algunos te dirán que estás loco... Y por eso viajarás en trineo casi solo, pero aquellos con quienes viajes en trineo no serán comerciantes: eso vale mucho la pena». El testimonio de Apsley es honesto y estremecedor, y explica mejor que nadie el fracaso estratégico y humano de Scott. (Y, además, Cherry-Garrard sigue cautivando a más lectores que Amundsen).

COLOR LOCAL – Truman Capote (1950)

Desde Hollywood hasta España, de Italia a Marruecos y de Haití a Nueva Orleans. Las primeras crónicas del joven Capote fueron estas estampas llenas de agudeza, gusto y humor. En cada una de ellas descubrimos rituales exóticos, recorremos en tren una España que ya no existe o visitamos caserones que han conocido tiempos mejores.

Al entrar en contacto con «lo desconocido», Truman Capote responde con una prosa poética y precisa, a través de la que cobran vida los personajes y paisajes que visitó. Y nos sorprende con un estilo sencillo que, poco a poco, fue abandonando en escritos posteriores.

El propio Capote resume el espíritu de este libro a través de un gran consejo: «Pasada cierta edad o alcanzado cierto conocimiento, es muy difícil conservar la capacidad de maravillarse; ésta es más propia de los niños y son pocos los adultos afortunados que logran conservar el puente que los une con la infancia».

EN LA PATAGONIA - Bruce Chatwin (1977)

Antes de dar el primer paso, todo viaje se inicia con una incógnita. En este caso, se trata de un descubrimiento que Chatwin hizo de niño en el armario de su abuela: un supuesto pedazo de piel de dinosaurio.

En busca de respuestas, el autor de Los trazos de la canción siguió las pistas hasta dar con vestigios de siglos de historia y seguir las huellas de personajes fascinantes. Conoció a unos galeses entregados a cuidar ovejas y beber, y descubrió el destino final de dos forajidos de leyenda: Butch Cassidy y Sundance Kid, más conocidos por la película Dos hombres y un destino.

Con su prosa evocadora, ideal para definir el paisaje de la Patagonia y dar vida a un sinfín de voces e imágenes inesperadas, el primer libro de Bruce Chatwin es un clásico contemporáneo que sigue despertando vocaciones viajeras.

PASANDO FATIGAS - Mark Twain (1872)

Las vivencias y contratiempos que el autor de Las aventuras de Huckleberry Finn experimentó en sus viajes de juventud a través de Utah, Nevada, Wyoming, California y lo que en aquellos tiempos (a mediados del siglo XIX) se conocía como Reino de Hawái.

En su periplo, Twain ejerció de funcionario, minero o periodista, pero nunca logró mantener un empleo de forma regular. Lo que en un principio iba a ser un recorrido de tres meses a través de los territorios del Oeste se convirtió en siete años de vida precaria, de los que el escritor regresó más pobre que cuando partió.

Con su característico sentido del humor, y con las dotes de observación que define su capacidad de retratar personajes inolvidables, Twain consigue un combinado de materiales diversos: folclore, historia, fábula, autoficción, crónica de viajes y crítica social.

EN LAS ANTÍPODAS - Bill Bryson (2000)

Un libro de Bryson es una garantía de asombro, ingenio, ironía y entretenimiento. Siempre nos descubre una perspectiva inédita sobre los temas más diversos. En este caso, En las antípodas destierra todos los tópicos sobre el continente australiano.

Australia es mucho más que la isla más grande del planeta. Es un mundo aparte. Tiene el clima más agresivo de todos los continentes habitados, una fauna sorprendente y más peligros de los que parece a simple vista. Pero es un lugar fascinante y único.

Bryson no es un explorador intrépido, de los de machete en mano, sino que se deslaza como cualquiera de nosotros (en coche, a pie y en tren). Su singularidad está en saber conectar con todo tipo de personajes y, al mismo tiempo, ofrecer pinceladas sobre la historia de los primeros colonos que (esos sí) sufrieron lo indecible para asentarse en las antípodas.

RUMBO A LA GLORIA – Woody Guthrie (1943)

No todos los viajes son cómodos. Este no es el testimonio de un explorador ni el de un turista. Es el periplo que, en plena era de la Gran Depresión, forjó el carácter del legendario autor de canciones como This Land Is Your Land.

Abandonó una Oklahoma hundida en la miseria para atravesar Estados Unidos a pie, en vagones de carga y haciendo autostop. Se ganó la vida como rotulista, marinero o recolector de frutas. También, por supuesto, cantando sus canciones. Sus compañeros de viaje fueron vagabundos y almas desesperadas: toda una generación de descastados sin esperanza ni futuro.

Desde Texas a Nueva York, atravesando tormentas de polvo y carreteras solitarias, Guthrie encontró la inspiración. «Dondequiera que iba, tiraba mi sombrero al suelo y cantaba para a cambio de unas monedas». Hoy no es muy probable que un folksinger viaje como lo hizo Woody, pero sin él no hubieran existido Dylan ni Springsteen.   

VIAJES CON HERÓDOTO – Ryszard Kapuściński (2004)

Kapuściński salió de la Polonia gris de 1956 con destino a la India. Carecía de experiencia, pero llevaba consigo el libro que iba a cambiar su vida: la Historia de Heródoto, coetáneo de Sófocles y padre del reportaje moderno.

A medio camino entre la autobiografía, la historia y el relato de viajes, el mítico periodista nos lleva de la China de Mao a la antigua Babilonia, y de un golpe de estado en Argelia a la infructuosa expedición de Darío, rey de los persas, contra los escitas.

Siguiendo los pasos del primer reportero de la Antigüedad, Kapuściński nos propone un viaje que traspasa las fronteras del tiempo, donde Lao-Tse se cruza con Louis Armstrong, el oráculo de Delfos con el Teherán de 1979 y los refugiados de la guerra del Congo con el ejército persa, derrotado en Salamina.

EN LOS MARES DEL SUR – Robert Louis Stevenson (1896)

Stevenson, un autor inmortal gracias a La isla del tesoro o El Dr. Jekyll y Mr. Hyde, decidió que necesitaba cambiar de aires a causa de su mala salud. El relato de los últimos años de su vida, en las que narra sus experiencias en las islas del Pacífico, nos muestran un paraíso que hoy ya solo perdura en los libros.

Hawái, Samoa o Tahití son algunos de los paisajes que vuelven a cobrar vida gracias a la prosa de Stevenson. En aquellos días, los tatuajes no eran un accesorio globalizado, del mismo modo que el canibalismo no era todavía una costumbre del pasado.

Los nativos le llamaban «Tusitala», que significa «el narrador de cuentos». «Ningún lugar en el mundo ejerce una atracción tan poderosa sobre quien lo visita; mi tarea consistirá en comunicar a quienes gustan de viajar sin moverse de su hogar la seducción de aquellos parajes». En estas páginas, Robert Louis Stevenson cumple su promesa.

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