Gastronomía

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Desmontando mitos de la pasta italiana

La gastronomía italiana es sin duda una de las más famosas del mundo. Es tan representativa de su cultura que algunas de sus recetas – la de la pizza napolitana, por ejemplo – han sido declaradas patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la UNESCO.

Sin embargo, su universalización ha hecho que su algunas de sus tradiciones o normas fundamentales se hayan ido perdiendo por el camino o se hayan visto alteradas. A continuación, te explicamos algunos de los gestos culinarios, en especial respecto a la pasta, que pueden sacar a un italiano de sus casillas.

No respetar los “rituales” de cocción

La pasta debe cocerse en un recipiente grande, con una proporción de un litro de agua por cada 100 g de pasta aproximadamente, para evitar que se enganche mucho entre sí. No hace falta echar aceite, ir removiendo es suficiente para que no se pegue; además, si se hace esto la salsa no se integrará bien.

Por otro lado, el truco de lanzar la pasta contra la pared para comprobar el punto de cocción no es cosa de los italianos. Ellos aseguran que ir probando la pasta es la mejor manera de medir cuándo debemos retirarla del fuego.

La pasta pasada

¿Alguna vez has viajado a Italia y has probado una pasta más dura de la que estás acostumbrado a comer? Pues no, no fue un error del restaurante. Para los oriundos de la península de la bota, la pasta pasada se considera casi un crimen, y no solo por su textura blanda.

Es bien sabido por ellos que comer la pasta al dente resulta más saciante, obliga a masticar más lo cual facilita la digestión, cuida la flora intestinal, evita los picos de glucosa en sangre e incluso da un extra de energía si haces deporte.

Colar la pasta con el colador

El uso del colador es polémico, e incluso se contemplan diversas maneras de usarlo, pero muchos italianos utilizan una espumadera o araña para drenar la pasta, que es como un cucharón con orificios. Esto es así porque para ellos el agua de la cocción es un ingrediente importante: suelen echar un poco de esta en la salsa, para diluirla y que se integre bien.

Enjuagar en agua fría es un error garrafal, sobre todo si vas a usar una salsa caliente. Hacer esto quita el almidón a la pasta e impedirá que se pegue bien el condimento.

Comer los espaguetis con cuchara

Aunque sí se suelen utilizar la cuchara y el tenedor para mezclar la pasta con su salsa, los espaguetis no se comen utilizando este primer utensilio. No es necesariamente incorrecto, pero no verás a un italiano hacerlo así. Cuando sabes cómo enrollar y comerte los espaguetis, no necesitas más que un tenedor.

Mezclar cualquier tipo de salsa con cualquier tipo de pasta

Para los amantes incondicionales de la pasta, cualquier combinación puede resultar deliciosa. Pero lo cierto es que hay unas mejores que otras: conseguir un equilibrio en el contraste de sabores y texturas es clave para disfrutar de un delicioso y auténtico plato.

La pasta corta como los rigatoni, farfalle, fussilli o penne acoge bien salsas espesas como la boloñesa o la de quesos, porque se adhieren bien, y a menudo tienen huecos donde se introduce el condimento, provocando una explosión de sabor en el paladar.

La pasta larga como los espaguetis, linguine o pappardelle requiere una distinción entre las más finas y las más gruesas. Las primeras son perfectas para salsas ligeras y homogéneas como la salsa de tomate, el pesto o aceite y ajo. Las segundas, por el contrario, se integran bien con salsas más espesas y con tropezones como la carbonara.

Para casar la pasta rellena como los tortellini o los raviolis con una salsa debes contemplar qué hay en su interior. Si encuentras frutas como pera o manzana, el ragú o el queso le van perfecto; las de frutos secos pegan con las setas o champiñones, mientras que si van rellenas de carne una salsa de tomate debería bastar.

Eso sí, los italianos están de acuerdo en una cosa: a la hora de hacer una salsa, menos es más. El minimalismo en los sabores realza el sabor de la propia pasta, como vemos en recetas como el cacio e pepe.

Alterar las recetas originales

Por suerte, este dato cada vez está más extendido, pero no viene mal recordarlo: ¡la carbonara no se hace con nata! La receta original se prepara con una mezcla de huevo, parmesano, pecorino y pimienta negra tostada y molida. Y guanciale, no bacon. La nata se llama panna y se utiliza, pero no en este plato.

La boloñesa, por su parte, se cocina con zanahoria, cebolla, especias, ragú y siempre con tomate triturado, nunca frito. Las mejores salsas de este tipo están horas y horas haciendo chup-chup. Los champiñones tampoco forman parte de la receta original.

Otros errores

Existen alteraciones, para algunos aberrantes, de lo que originalmente son preparaciones italianas. Es el caso de platos que han protagonizado películas y eternos debates, como los espaguetis con albóndigas o la pizza hawaiana, hecha con piña. Los maestros de este tipo de cocina se esfuerzan por dejar claro que se trata de “deformaciones” popularizadas, que no son de ningún modo formas de expresión cultural italiana.

Otra gran ofensa para el pueblo italiano es generalizar o reducir su cultura gastronómica. Sus vinos van mucho más allá del lambrusco, que sirve como refresco para el aperitivo, pero no está entre sus mejores ni de lejos. De igual forma, el pecorino o el parmesano estos no son los únicos quesos del territorio; no en vano Italia es, junto a Francia, el país con más variedad del mundo. Aunque, ojo, el queso no puede ni debe utilizarse para todo. En algunos platos debe omitirse por completo, por ejemplo, ¡en la pasta con marisco está completamente prohibido!