Si estás pensando en organizar un viaje durante la Semana Santa, Galicia debería estar en tu lista de opciones. Aunque, el verdadero viaje no será ir hasta allí, sino la ruta que te hemos preparado por la Costa da Morte. ¿Hay algo mejor que viajar a un lugar y, una vez allí, seguir viajando?, ¿disfrutar de este espectáculo natural en primera fila, solo o con los tuyos, en autocaravana o coche alquilado?
A continuación, te proponemos una ruta de lo más variada. Esta zona costera, con sus villas marineras, playas salvajes de aguas turquesas y arena blanca, es, a su vez, una travesía por colinas, campos, pastos y bosques, para que disfrutes de una pequeña, pero completa, escapada: 4 destinos en uno para deslizarse por la Galicia más multifacética.
Antes de empezar, recuerda que, como cualquier viaje, es importante reservar los hoteles, en caso de no querer dormir en el coche los 3 días de ruta, y hacerlo con la máxima antelación para asegurarte el coste más económico posible.
Parada 1: A Laracha
El punto de partida puede ser A Coruña, al aterrizar, si lo prefieres, puedes aprovechar para darte una vuelta por la zona urbana de la ciudad antes de ir a por tu vehículo de alquiler. La localidad de A Laracha es la más cercana a este punto, comprendida entre Laxe y Finisterre, tramo también conocido como Camino de los Faros.

Esta primera parada destaca por recoger lo mejor de los dos mundos: tierra y mar. Un paisaje frondoso interrumpido por ríos y pequeñas cascadas, y habilitado con pasarelas de madera que van de un molino a otro para poder disfrutar cómodamente de un paseo de cuento. Y no te pierdas el área recreativa de Gabenlle a 2 km del centro de A Laracha, que cruza el río Anllóns. En verano, se convierte en una pequeña playa clandestina, pero en otoño y primavera es lo más parecido a una pintura, por los rojos y castaños de los árboles o su florecer.

Parada 2: Carballo
Las mejores playas se encuentran en Carballo, y no te lo decimos nosotros, sino los surfistas de la zona, así como los que llegan de fuera para participar en campeonatos nacionales e internacionales en playas como la de Razo. Llegamos a un tramo reconocido como Patrimonio Natural, con mucha variedad de ecosistemas conectados por el mar y las dunas.
Este segundo destino está dedicado a la vida costera y su agradable pasaje, la Marisma de Baldaio, una pista natural por la que admirar el océano a campo abierto. Eso sí, hay que ir con cuidado porque no es un tramo asfaltado y está interrumpido por senderos, además de ir cerrándose hasta el acantilado, sin olvidarnos de sus fuertes vientos.

Parada 3: Malpica
Esta otra provincia se merece ser parte de la ruta, distinguiéndose del resto por su puerto, rodeado de casitas con ese encanto tan característico de la vida marítima, y con el Faro de Punta Nariga como un guía espaciotemporal. El recorrido que lleva hasta allí es, en sí mismo, todo un espectáculo visual, atestado de grandes formaciones rocosas erosionadas con el tiempo hasta el punto de semejarse a verdaderas esculturas.
Se trata de un lugar que cobra magia, sobre todo, al caer la noche: procedentes de todas las direcciones, el interior de los hogares, los barcos amarrados, el faro a lo lejos y la luna sobre la superficie del agua iluminan el pueblo. También merece la pena recorrer el paseo marítimo, que con la llegada del buen tiempo se llena de vida terraza a terraza.
Parada 4: Pontesco
Esta localidad podría tomarse, si se quisiera, como el perfecto fin de recorrido, con la desembocadura del río Anllóns y su vista panorámica desde el mirador de Monte Branco. Despedirse de Galicia y volver a la realidad será difícil, por lo que esta última parada la dedicamos a valorar las pequeñas cosas. Desde las alturas de Pontesco verás más allá de este, destacando toda la comarca de Bergantiños, un entorno natural digno de todos los relatos que ha inspirado, como fue el caso de la poesía del clásico autor gallego Eduardo Pondal.
Y si de vuelta a casa no te queda la playa cerca, despídete del mar como es debido en cualquiera de sus orillas: hay 11 para escoger, desde la conocida playa de Balarés hasta la aislada Playa Niñóns.