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La Rioja en 3 días

Si estabas pensando en una escapada rápida y cerca de casa, tenemos una propuesta para ti. La Rioja lo tiene todo: naturaleza, historia, arte y buena gastronomía. Solo necesitarás un coche y tres días disponibles, ¡la guía te la hemos hecho nosotros!

DÍA 1. Naturaleza

Sea cual sea el viaje, hay que aprovechar la intacta energía del primer día para hacer lo que es muy poco probable que el cuerpo aguante en el último. Además, no hay mejor manera de comenzar una escapada de desconexión que poniéndonos en contacto con la naturaleza, el lugar perfecto para olvidarnos de la rutina por unos momentos.

La primera parada, Sierra Cebollera, donde extensos bosques de pino silvestre, haya y roble rebollo se entrelazan con los saltos de agua y las pequeñas cascadas. Lo ideal es tomárselo con calma, e ir bajando, disfrutando de los verdes, ocres y rojos, incluso de un paisaje invernal perfectamente blanco si la época del año en que viajemos lo pide. Desde allí, tomaremos el coche para llegar hasta Los Cameros, la sierra mediana como extensión del Parque Natural.

A pie o tras el volante, el paisaje no defraudará, pero aconsejamos bajarse del vehículo en algún momento para visitar la ermita que hay de camino, recubierta de flora que se agrupa como esculturas individuales y custodiando la tradición ancestral del pueblo. Las cuevas de Ortigosa serán la última experiencia natural del día, en las que es preciso adentrarse para el éxito asegurado del ‘desconectar para conectar’.

Te recomendamos que en la cantera visites la Gruta de la Paz, una galería llena de estalactitas, estalagmitas, columnas y otras muestras de karst de la zona, y la Gruta de la Viña, donde el blanco puro de sus estalactitas alumbra la cavidad como si fuera un espacio exterior. Antes de poner rumbo a Logroño para pasar la noche, pásate por el Embalse González-Lacasa o pantano El Rasillo: no podrás pedirle más a esas aguas cristalinas y a ese horizonte frondoso lleno de vida.

DÍA 2. Urbanismo y arquitectura

El segundo día de la escapada puedes dedicarlo a la arquitectura riojana y a sus espacios urbanos. Despertaríamos en Logroño, en la Muralla del Revellín, cuya puerta es la única que se conserva de toda la fortificación del centro histórico de la ciudad. Por el camino nos iremos encontrando con varios puntos clave de su historia: el Monumento a la Valvanerada y su monasterio, así como el Parlamento de La Rioja, una construcción de estilo barroco que había servido como convento y claustro.

El centro histórico desemboca en la Calle Portales, una zona comercial llena de tiendas y terrazas incrustados en arcos antiguos. Por la zona también se encuentra la Catedral de Logroño, una iglesia romántica levantada entre los siglos XVI y XVIII, que destaca por las conocidas ‘torres gemelas’. También aconsejamos ir a la Calle Laurel, popularmente llamada ‘La senda de los elefantes’ en busca de las mejores tapas, pinchos y patatas bravas. Por su arquitectura y su gente, cada rincón de esta ciudad presume de un encanto y una calidez inexplicables.

A menos de 20 minutos en coche se encuentra Navarrete, un pueblo que merece la pena visitar, aunque solo sea para conocer la ciudad natal del famoso y querido personaje de ficción española: Paquita Salas. Pasea por sus calles y plazas, y tómate unos torreznos en su honor.

De nuevo, 17 minutos serán suficientes para llegar al siguiente punto: Nájera. Entre las atracciones más populares se encuentran el Monasterio de Santa María La Real, el Alcázar de Nájera y el Museo Najerillense, que ilustran otro fragmento de la historia arquitectónica y arqueológica riojana, o La Mercería, que recoge el legado más antiguo de restaurantes de la ciudad.

El día culmina en Santo Domingo de la Calzada, ciudad construida para el camino de Santiago, que queda a 18 minutos del anterior punto. Aprovecha para ver la Catedral de Santo Domingo, la Iglesia de San Francisco y la de las Bernardas, y la Plaza España. Durante el paseo, asegúrate de disfrutar del paisaje, en el que estarás constantemente rodeado de casonas y palacios. Además, dependiendo del mes del año en el que tenga lugar la ruta, podrás disfrutar de la representación teatral Los Milagros del Santo (agosto) y el Mercado Medieval (puente de la Constitución, en diciembre).

DÍA 3. Vino y gastronomía

Después de dos días muy intensos, de ir de un lado para otro en coche y a pie, qué menos que dedicar el último a tres de los más reconocidos placeres de la vida, no solo la riojana: el buen vino, la buena gastronomía y la sobremesa. Haro es el lugar perfecto para empezar, así como su Ruta de la Paz, lo es para aclimatarse a la comida tradicional. En sus bares y cafeterías, hacer un desayuno digno de todo riojano: platos combinados y, cómo no, café. Antes de la siguiente comida, podemos hacer tiempo por el Palacio de Bendaña o incluso el Museo de arte contemporáneo ‘El Torreón’.

El mediodía va a consistir en la famosa Ruta Gastronómica de la Herradura, la Calle Santo Tomás para pinchos y bocadillos, y la Calle San Martín para restaurantes tradicionales. Seguramente seguiremos llenos con todas las tapas y platos riojanos degustados, pero siempre queda hueco para una copita de vino, o dos. Viñedos y bodegas son una actividad turística casi obligatoria, y la mejor valorada es Bodegas Manzanos Haro, instalada en lo que fueron las antiguas galerías del Castillo de Haro.

Y para despejarse antes de coger el coche de vuelta a casa, a poco menos de un cuarto de hora de Haro queda Briones, la frontera natural entre el reino de Castilla y el de Navarra. Atestada de palacetes e iglesia, se la conoce por ser una pequeña ciudad de palacios hasta el punto de, en 1973, reconocérsele la categoría de Conjunto Artístico.

La Rioja destaca por sus edificios antiguos y por su vino, por lo que no te puedes perder el Museo Vivanco de la Cultura del Vino, situado en Briones. Considerado uno de los mejores del mundo, se funda para educar a la gente sobre la función civilizadora del vino a través de exposiciones permanentes y temporales, y el Jardín de Baco, que presume de una viña de gran variedad.

Dejar Briones para el final de la ruta tienes sus motivos. Y es que la última parada de este viaje debe ser ‘La Casona’, el más antiguo y mejor conservado edificio de la Rioja. Nadie se vuelve a casa sin haber tomado una fotografía de este milagro: es un indiscutible.