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10 objetos que descubriste en casa de tus abuelos

Visitar la casa de los abuelos siempre es como ir a un museo: un templo dedicado a la nostalgia, los recuerdos y el buen gusto del pasado. Y es que, con cada año, se van acumulando souvenirs del viaje de la vida y eso ellos lo saben mejor que nadie: no hay persona más agradecida con los regalos, detalles y recuerdos que las abuelas y abuelos, a quienes les encanta guardar y exhibir todo lo que se les da con orgullo, sin importarles el minimalismo ni la estética uniforme. Repasamos algunos objetos clásicos de las casas de los abuelos, ¿qué encontrarán nuestros nietos en el futuro cuando nos visiten a nosotros?

Figuras de cerámica

Un clásico en la casa de cualquier abuela eran estas figuritas de cerámica pintadas con suaves blancos y grises que podían representar desde una pareja de época paseando del brazo o una bailarina con un niño jugando con animales del bosque. Sus tamaños también eran variados, lo mismo tenían un pequeño espacio en una estantería o resaltaban enormes sobre uno de aquellos antiguos televisores.

Animales de cristal

Otro tipo de figuras que no faltaban nunca eran las de cristal, especialmente con formas de animales diversos y con los ojos hechos en algún material que resaltase sobre el resto de su cuerpo de anguloso vidrio. Más resistentes de lo que podían parecer en un inicio, muchos jugamos en su día a mirar la luz a través de sus formas y reflejos.

Muñecas antiguas

El último tipo de decoraciones en este aspecto eran las muñecas antiguas: con cabello realista, vestidos de lo más trabajados y unos ojos enormes. Aunque fuesen muñecas, ¡ni mucho menos eran para jugar! De hecho, y si somos sinceros, podían llegar a dar algo de miedo cuando las veías observándote impertérritas, como si fuesen a moverse en cualquier momento al más puro estilo de las películas de terror modernas.

Vajilla Duralex

En una casa donde toda la familia se reunía para disfrutar de las mejores recetas, no podía faltar una vajilla a la altura… ¡Y nuestros abuelos tenían dos! La primera de ellas sigue muy presente en nuestras vidas, pues su dureza y resistencia le han permitido pasar de generación en generación. Por supuesto, hablamos de la vajilla Duralex color caramelo, con sus platos grandes, hondos, pequeños, y sus míticas tazas.

Vajillas con flores u otros motivos

Junto a la vajilla de batalla, la del día a día, convivía otra que tenía un lugar especial fuera de la cocina, en algún armario del salón. Sin faltar al respeto a la Duralex, ésta era la vajilla “buena”: probablemente recibida como regalo de boda, adornada con cenefas, flores y demás símbolos que contrastan notablemente con los juegos de platos minimalistas de Ikea que tanto se llevan ahora. Además, estas vajillas solían incluir elementos difícilmente identificables hoy en día. ¿Cómo se lo hacen los recién casados de ahora sin una salsera?

Pinturas de caza

A su alrededor, colgados de la pared, no era raro ver cuadros enormes con escenas campestres, sobre todo de caza. ¡Ojo! Era muy probable que tus abuelos no hubiesen salido de caza ni cogido una escopeta en su vida, pero las estampas de perros persiguiendo animales por el campo o grupos de caza con sus armas a caballo eran extrañamente habituales. Los cuadros de barcos en pleno oleaje también tenían su sitio, no nos olvidemos de ellos.

Pinza de cortinas

Otro elemento que escasea en las casas actuales, pero que veíamos siempre en casa de los abuelos, eran las pinzas para cortinas. ¿Qué eran? Pues esas gruesas cuerdas de color dorado o similares, parecidas a las de un teatro, que sostenían la cortina para darle esa forma tan típica que podía disfrutarse también mirando desde la calle.

Tapetes para muebles y baños

La tela era un elemento clave en las casas antiguas, y especialmente las abuelas tenían muy arraigado el laborioso arte de la costura. Ésta no sólo se empleaba para hacer vestiditos a los nietos, sino que permitía vestir todos los muebles, mesillas y demás elementos de la casa… ¡incluso los baños!

Cajas de galletas… sin galletas

Y si la costura estaba de moda, en algún sitio había que guardar todas las herramientas para ello: hilo, agujas, tijeras, cinta métrica… Aunque existían, efectivamente, costureros, lo más habitual era encontrar todos estos cachivaches en una caja de latón que, tiempo ha, había guardado riquísimas galletas de mantequilla. La primera gran decepción para muchos.

Caramelos

Pero, que no hubiese galletas en esas cajas, no significa que no encontrásemos otro tipo de dulces por la casa. Muchos salones tenían algún elaborado tarro de vidrio con relieves o un cenicero fruto de algún viaje por el país, sobre el cual encontrábamos siempre un puñado de caramelos duros. No eran nuestros favoritos, pero la ilusión, cuando nos los daban, era enorme.

La tecnología del pasado

Ahora, toda la tecnología es muy smart, tenemos smart tv y smartphone y mucho más. Antaño, los smart tenían que ser los dueños para conservar sus aparatos durante el máximo tiempo posible. ¡Vale decir que antes todo duraba más! En cualquier caso, un clásico de la época era descubrir que el mando del televisor estaba cubierto por una funda de plástico transparente para que el mismo no se ensuciase ni quedase pegajoso. ¡Y eso que no había covid!

Teléfonos antiguos

Los teléfonos de la época también son algo que parece haber pasado a mejor vida, salvo para quienes quieren tener uno como elemento decorativo vintage. Aquellos pesados aparatos ocupaban una mesa entera cuando no estaban anclados a la pared. Su sistema circular de teclas y sus vivos colores los convertían en auténticos elementos de decoración.

Vitrina con “cosas”

Pero el elemento decorativo central por antonomasia era la vitrina de madera oscura y cristal repleta de cacharros que nunca nadie tocaba. Una campanilla, un reloj, cucharas y tazas diminutas y muchas de las cosas vistas más arriba abarrotaban ese mueble bonito de ver, pero imposible de tocar.

Enciclopedia

A su alrededor, ocupando más de una estantería entera, encontrábamos a la abuela de la Wikipedia: la Enciclopedia Espasa fue una revolución en su día y muchos eran los que querían tenerla bien a mano para consultar cualquier duda. A su lado, merecían también un puesto de honor los diccionarios y algún que otro volumen histórico.

Bastones

Quizás les hacían falta, o quizás no. Pero en su infinita sabiduría y previsión de futuro, muchos abuelos contaban con un paragüero con más bastones que habitantes en ese hogar. Junto a algunos modelos más discretos, podías encontrar alguno con cabeza de sabueso en el pomo o demás elementos decorativos.

Colonias y fragancias

Si teníamos que ir al baño, además de las mencionadas telas por todas partes, nos enfrentábamos a un ejército de botellitas de colonia de lo más variadas: grandes, pequeñas, de vidrio, de plástico, transparentes, de colores… No hacía falta estar muy cerca para sentir la ola de aromas característicos combinados.

Fotografías

Ahora sí que sí, para cerrar esta lista, nos vamos a una cosa que nunca podía faltar en casa de nuestros abuelos: ¡las fotografías de toda la familia! Y es que, si de algo estaban realmente orgullosos y querían ver todo el rato, no eran las decoraciones ni bienes materiales, sino sus hijos y nietos en los momentos más especiales de su vida. Éste es el elemento que más debemos procurar mantener en las casas del futuro.