El frío es siempre bienvenido después de épocas tan calurosas, pero como en verano, la piel sufre. La sentimos tirante, seca, apagada, desnutrida: parece que el brillo se va con las ‘buenas temperaturas’. Pero eso no tiene por qué ser así: a continuación, te damos cuatro consejos para mantener la piel tersa, hidratada y llena de luz, lista para el invierno.
1. Hidrátate por dentro y por fuera
El 69% de nuestro cuerpo es agua, por lo que hay una necesidad constante de estar hidratado, y las condiciones climáticas son el obstáculo principal. Las bajas temperaturas resecan la piel y es muy común la descamación de esta. Para no dañar la barrera protectora de la dermis evita los cambios bruscos de temperatura y procura usar agua templada, manteniendo la duración de tus duchas entre 5-20 minutos.
Es importante, también, tener en cuenta que la piel ya de por sí viene resentida de largas exposiciones al sol en los meses anteriores y está comprometida por las condiciones atmosféricas de invierno. Ante esto, lo mejor es comprobar que los jabones y las cremas hidratantes que usamos no contengan ingredientes exfoliantes, fragancias o aceites esenciales, pues tienden a irritar la piel con facilidad. Se sabe que el ácido hialurónico ayuda a retener la hidratación, la niacinamida tiene propiedades calmantes y las ceramidas reparan la barrera cutánea.
2. Vístete acorde al clima y las tendencias de tu piel
Las bajas temperaturas y los niveles de humedad piden más ropa, pero a veces, la solución no es el número de capas sino el material de las prendas.
Utiliza guantes y calcetines de lana para prevenir los sabañones, pues no solo es un material aislante, sino también duradero.
Las prendas térmicas y los forros polares son tejidos sintéticos de aislamiento y un fondo de armario oficial de invierno, pues preservan el calor en el cuerpo y evitan la aparición de rojeces y eczemas.
El algodón es transpirable y el poliéster se amolda al cuerpo. Tejidos o conjuntos que combinen ambos materiales evitará la aparición de salpullidos, al no retener la humedad, pero si el calor corporal.
La vestimenta de noche también es importante, y la franela es ideal en pijamas y en textiles de cama. Pasando frío no se descansa, y descansar bien es imprescindible para tener la energía con la que nos enfrentamos a las gélidas mañanas.
3. Prioriza estos alimentos y bebidas para combatir el frío
Lucir una piel hidratada necesita de una buena nutrición. Estos son algunos de los alimentos que cuidarán tu piel de dentro hacia fuera:
Pescado azul: el salmón o el atún, por ejemplo, ayudan a la regeneración, y evitan la inflamación y la sequedad, por ser ricos en omega tres, cuyas propiedades ayudan a preservar el colágeno de la piel.
Cítricos: naranjas, mandarinas, kiwis, etc., por su alto contenido en vitamina C, ayudan a combatir los aún más invisibles rayos ultravioletas durante el invierno, sintetizan el colágeno de la piel, aportando elasticidad y luminosidad.
Aguacate: como el pescado azul, contienen grasas insaturadas y proteínas, en este caso, vegetales, así como múltiples vitaminas (A, B, D y E). Es un hidratante excelente.
Zanahoria: llena de vitaminas y antioxidantes que protegen la piel de agresiones externas, como el viento, el frío severo y los rayos ultravioletas del sol.
Chocolate: rico en hierro, calcio y/o vitaminas (A, B1, C, D y E), ayuda a mantener los niveles de humedad de la piel. También es antioxidante, antiinflamatorio y beneficioso para la circulación sanguínea. Y, además, te da energía para combatir el frío.
Frutos secos: una piel seca tiende más al envejecimiento prematuro, y el consumo de vitamina E y antioxidantes ayuda a prevenir estos efectos.
En cuanto a líquidos, sobra decir que consumir regularmente agua durante el día es un indiscutible. Y si te cuesta beber agua o te aburre, encuentra la variedad de té que más te guste: estarás consumiendo más agua, por tanto, hidratándote, a la vez que calientas tus manos en la taza. Y, por supuesto, no al alcohol, ya que hace el efecto contrario al que estamos persiguiendo: es una bebida deshidratante.
4. Productos imprescindibles en tu bolso
Por último, déjanos proponerte los productos que no pueden faltar en tu bolso, para estar hidratada y protegida del frío donde y cuando sea.
Bálsamo labial: los labios son la piel más fina y delicada del cuerpo, y la más expuesta. La reaplicación es un hábito que una vez se coge, ya no se pierde, aunque te es posible que pierdas los bálsamos continuamente. No te preocupes, en lo que vuelven a aparecer en bolsillos y chaquetas, asegúrate de llevar mínimo un par en tu bolso.
Protector solar: sí, es necesario en invierno también, y sí, no basta con aplicarlo solo por la mañana. Puede parecer engorroso o sucio, pero existen formatos que se adaptan a tu rutina. La opción más cómoda son los protectores en espray.
Crema de manos: las manos son la parte del cuerpo más descuidada, y solo con el tiempo nos damos cuenta de lo que sufren. Aprovecha que las lavas al salir del baño para hidratarlas. Cómprala del olor que más te guste, y será como echarte perfume.
Gafas de sol: la piel alrededor de los ojos es muy delicada, y este complemento no solo elevará tu conjunto, también añadirá un plus de protección ante el sol.